miércoles, 15 de abril de 2015

Una cuestión de silencio


"Soy un malo y eso es bueno, jamás seré bueno y eso no es malo". 


Repitió mentalmente la frase de "Rompe Ralph" con la que se identificaba mientras se dirigía cansado hasta el coche. Después de hacerlo siempre le sobrevenían aquellos intensos dolores de cabeza.

Estoy en el buen camino, no puedo dudar. Y a mí me ha tocado ser malo, eso debo tenerlo claro....Se decía cuando aparecían las malditas jaquecas.

Salió arrastrando los pies del night club donde había cogido un poco más de olor a tabaco en su repeinado pelo y en su cara ropa de estupenda boutique de la calle Serrano. 
Aún quedaban garitos donde reconciliarse con la brutalidad y depravación que esconde la noche... La misma que lo amparaba a él sin preguntar nada cuando alcanzaba el climax de su instinto más oscuro.

A ella también habría querido hacérselo, siempre inquisitiva de dónde, con quién, porqué, cómo, cuándo... Mortificándolo a preguntas y siempre hablando y hablando, sin dejar que él se expresara.... Pero era su madre.
Por fin había podido recluirla en aquella residencia después de torturarla hasta la demencia y obligarla a cortarse la lengua con unas tijeras ...
"Vieja bruja..., ahí te pudrirás, sin poder emitir ni un quejido cuando mueras"

En la residencia había dejado sin embargo su sello impoluto de pulcritud y encantadora educación. Tan bien vestido y tan exquisito en sus maneras. Un hijo entregado, obligado a dejar allí a su madre por su trabajo de alto ejecutivo.

No era a las únicas que había engañado, su vida era un permanente disfraz de encantamiento y seducción para lograr sus objetivos. Y si no, que se lo dijeran a la bobita de ojos tiernos a la que acababa de jurar amor eterno después de cepillársela en todos los aspectos.

Sus manos aún olían al rastro que deja la angustia del que muere por asfixia. Él lo sabía bien, no era la primera ni sería la última con la que lo había experimentado y le encantaba ese olor.

Pero había habido algo en ella que le había conmovido alguna parte de su podrido corazón. Quizás su silencio cuando bastó con una invitación de su mano para que ella se fuera con él después de sentarse a su lado en la barra de aquel pub irlandés, o su falta de queja ante lo precipitado de su encuentro, o su silencio al hacérselo, las otras gemían tan ridículamente...

Los noticiarios de la mañana siguieron alertando a la población con una nueva joven estrangulada.

El comisario llegó a la morgue a las 8,30 a.m. El cadaver presentaba los mismos signos que los anteriores, pero había dos datos novedosos que el forense se apresuró a explicarle, el asesino había dejado un papel pegado en el paladar de la víctima en donde podía leerse. "gracias por haber callado". El otro dato era que la víctima era muda.

El forense le vio chasquear la lengua en un signo de decepción mientras salía por la puerta. Era domingo y debía ir a visitar a su padre como cada fin de semana alterno.
Lo encontró acariciando la mano de una mujer con mirada perdida a la que hablaba sin recibir una sola respuesta. Las enfermeras le relataron en un aparte que la pobre se había cortado la lengua con unas tijeras. 

Ya llevaba dos mudas en un día, era demasiado...

Se fue de la residencia pensativo, intentando digerir cómo alguien podía autolesionarse de esa manera. Su espíritu de sabueso le hizo pedir los datos de los familiares más cercanos de la amiga silenciosa que su padre se había echado. 


AUTORA: Clara Serrano


Relato participante en el concurso "LOS CRÍMENES DE LA CALLE MORGUE" de "EL CÍRCULO DE ESCRITORES".

2 comentarios:

  1. menudo lobazo con piel de corderito, sensacional!!!
    que tengas mucha suerte.
    te invito a visitarme en:
    letrasentrevias.weebly.com

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  2. Muy bueno! El asesino que parece lo que en realidad no es!! Suerte con el concurso!!

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