lunes, 20 de abril de 2015

Resistencia


Todos los de mi generación (o sea, los ahora cincuentones, por muy mal que nos suene) hemos tenido una relación….cómo decirlo…de odio-amor, de cierta antipatía, de resistencia, con el ordenador. Yo tuve mi primer encuentro con él cuando tenía treinta años y dos hijos. Del mamotreto inicial fui conociendo diferentes modelos hasta llegar al portátil que uso hoy (heredado de mi marido, o sea, último modelo no es). Recuerdo mis primeras frases. Frases de resistencia expresada en voz alta y clara. “Pues si he estudiado una carrera sin ordenador, bien podré seguir así otros años. La técnica acabará con las letras, con el papel y la tinta. Que no, que no, que yo no lo necesito”

Esa fue mi resistencia inicial. Inútil. Pasaron los años y esas frases (que había dicho con absoluto convencimiento) empezaron a sonarme estúpidas. “Qué bien esto de escribir y poder corregir, guardar, copiar y pegar. Fíjate, hasta puedo saber las pelis del cine, con su argumento y todo. Artículos de cualquier tema aquí, a mano. Coger el diccionario para consultar un significado… una pérdida de tiempo”.

Con el teléfono móvil más o menos lo mismo. Resistencia inicial y adoración final (igual que a la cerveza). Creo que incluso más amor que los jóvenes porque ellos no saben lo que es ir a una biblioteca, sacar un libro, señalar las páginas, ir a una fotocopiadora, pagar, devolver el libro y, ¡por fin!, poder leer un artículo. O pasar horas esperando a tu novio porque no podía avisarte de que el tren llegaba con retraso. 

He aprendido a apreciar lo que la técnica me ofrece. Con mucho trabajo, eso sí, porque mi habilidad es casi nula. Me he esforzado. Pero he aprendido dos cosas. Una, que nadie sabe casi nada de este muevo mundo que tan pronto cambia y avanza. Dos, que todo es cuestión de sentarte y teclear; al final (y muchas veces por casualidad) encuentras lo que buscas.

¿Cómo pudimos quedar con nuestros amigos, viajar al extranjero, estudiar en la universidad sin Internet o sin móvil? Un misterio, sí señor, todo un misterio.



AUTORA. Victoria Monera.

2 comentarios:

  1. Como te comprendo. A mi me pasa con todo lo nuevo. Yo para que quiero una tablet, un libro electrónico es satanás, y es que no hay nada como leer en un libro de papel y oler sus páginas. Pero he de reconocer, con la boca pequeña por supuesto, que un libro electrónico también tiene sus ventajas. Un abrazo.

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  2. Lo de internet en casa, lo de los móviles y toda esa inmediatez que conlleva, es decir, cuando pasa algo se sabe/se cuenta al instante, es algo relativamente reciente pero a veces no comprendo cómo pude vivir sin correo electrónico, sin redes sociales o sin teléfono móvil. Toda esta tecnología nos hace la vida más cómoda pero, a veces, también nos la complica. Magnífico texto. Un saludo

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